El camino de la naturaleza para sanar y vivir

La naturaleza está en constante movimiento y nuestro organismo no está separada de ella ni de sus leyes; por el contrario, somos parte integral de ella. El problema es que "la cultura del malestar" ha generado sistemas de creencias y formas de gestión emocional en el que damos la espalda a nuestra propia naturaleza, lo cual es la raíz del sufrimiento físico, mental y emocional; por ello, aseguramos que es la principal raíz de la mayoría de las enfermedades que sufre la humanidad en la actualidad.

Es importante tomar conciencia de que la naturaleza de nuestro organismo, así como el de los ecosistemas, está constantemente moviéndose para mantener estados de equilibrio (homeóstasis). Por ejemplo, si usted consume alimentos en descomposición o contaminados, su cuerpo, que es naturaleza, reaccionará generando una diarrea o vómito. Es probable que se sienta débil ya que el cuerpo está utilizando su energía para reparar el daño y evitar más daño. El cuerpo le va a pedir descanso y el dolor que podrá sentir es muy importante porque es la manera en que la naturaleza, que es su cuerpo, le estará comunicando a todo su ser que algo anda mal, que necesita descanso y ayuno.

Sin embargo, la manera en que interpretamos culturalmente desde el condicionamiento el evento, es el de preocuparnos por los síntomas, en vez de preguntarnos por el origen del problema; este condicionamiento social antinatural genera que busquemos atacar el síntoma, más no la raíz el problema; ya que culturalmente hemos perdido la capacidad de interpretar el cuerpo con lo que hemos perdido mucho poder, vitalidad y salud.

Este sencillo ejemplo, nos permite entender la lógica de las culturas dominantes qué se reproduce en casi todo lo que tiene que ver con nuestra relación conflictiva con nuestro cuerpo; dicha relación tiene orígenes culturales en épocas en que todo lo corporal era visto como pecaminoso.

 

Reconectarnos con lo que Es: estamos diseñados para vivir en salud

Entendiendo esta realidad, podemos reconectarnos conscientemente con el ser de manera holística: cuerpo mental, cuerpo emocional y cuerpo físico, con la naturaleza y sus señales, sin fragmentar.

La desconexión con la naturaleza genera miedo, pérdida de poder, pérdida de confianza en la vida y una total incomprensión del organismo. El diseño biológico de la vida no puede existir de otra manera sino en su diseño del vivir en salud. Estamos diseñados para vivir en salud. Estamos diseñados para vivir en abundancia. Estamos diseñados para que toda la energía vital se desenvuelva en cada uno de nosotros. Es así que lo que nos toca en el día a día es ayudar al cuerpo y a la naturaleza a mantener el estado de equilibrio. Para ello hay que generar conciencia en el cuerpo mental, confianza en el cuerpo emocional y mucha sabiduría; saber interpretar las señales de la naturaleza y actuar con las herramientas que ella nos da.

 

Valores naturales del gozo y de salud

Es un hecho innegable que la naturaleza al desplegar en cada uno de nosotros toda la energía vital debe generar una señal hormonal y neurológica vinculadas al gozo. La vida no puede sustentarse en el sufrimiento, eso es antinatural, no hace sostenible la vida.

El gozo, que es un estado de paz, de armonía, de fortaleza, de valentía, de confianza, de conexión con la vida, de cooperación, es el estado natural de la vida que es salud. Es absurdo pensar que nuestro diseño biológico está sustentado en la enfermedad y la lucha.

La idea de la vida como lucha no es natural y es la base psicológica de la enfermedad

Las ideas relacionadas a la vida como sufrimiento, al colocar el sufrimiento como un valor, el miedo como un valor, la desconfianza y la competencia como estados naturales, la lucha como motor, son en realidad accidentes culturales históricos impuestos en los últimos siglos y todo ello está relacionado a la cultura de la enfermedad. Desde el mundo religioso hasta el mundo académico (que es una consecuencia de las religiones dominantes), nos hacen creer que la vida de los primeros seres humanos naturales, fue una vida de miedo, dolor y sufrimiento. Pero basta observar la vida natural, para entender que el sufrimiento psicológico es cosa humana: las guacamayas, los tigres en la selva, y cualquier otra expresión de organismos complejos, viven en armonía la mayor parte del tiempo en su estado salvaje. Estos animales no han desarrollado el pensamiento derivado de la neocorteza cerebral responsable del pensamiento humano, por lo tanto, no se proyectan intensamente hacia el futuro ni se anclan hacia el pasado, viviendo permanentemente en el aquí y el ahora. En cambio, el ser humano, al desarrollar la neocorteza, desarrolló la capacidad de pensar profundamente en el pasado y proyectarse hacia el futuro,  perdiendo la capacidad de vivir en el "aquí y el ahora", estando en permanente estado de miedo hacia el futuro o culpa por el pasado.

 

Reprogramar nuestra noción de la muerte y la enfermedad

Por otra parte, el ser humano se ha condicionado a no aceptar la enfermedad y la muerte que son parte esencial e inseparable de la vida misma. No se acepta la vida tal cual y cómo es, sino que se idealiza una vida que no existe: una vida sin muerte, sin vejez, sin enfermedad, lo cual es en realidad, un sinsentido, un no-lugar. El mayor problema se da cuando la mente proyecta hacia el futuro un evento catastrófico como enfermedad, muerte y/o escasez. Aunque sea un evento imaginario, aquella creación de la mente proyectado hacia el futuro es percibida por el cuerpo emocional y por el cuerpo físico, que están absolutamente interrelacionados, como eventos presentes, lo cual genera verdaderos estados de alteración hormonal, neurológica, cardiovascular, genética, etcétera. Estos estados imaginarios permanentes generan malos hábitos, que a su vez generan que el cuerpo emocional y el cuerpo físico, interpreten que el organismo está en un estado de emergencia permanente, lo que se transforma en estrés, que mantenido por largos períodos de tiempo empiezan a deteriorar la salud e incluso nuestros genes.

Por ello, en el mundo moderno el estrés es reconocido como uno de los principales factores relacionados a las enfermedades, entendiendo que las principales causas de mortalidad y morbilidad, es decir de enfermedad, son las enfermedades crónicas no transmisibles. Un hecho importante a resaltar, es que esta situación en la que la alimentación y el estrés son factores preponderantes en las enfermedades, es relativamente nuevo, y esto se debe cambios abruptos y vertiginosos del mundo moderno que nos ha traído grandes maravillas tecnológicas, comunicacionales y culturales, pero que también nos ha traído nuevas enfermedades. Insistimos que la buena noticia es que hoy tenemos suficientes conocimientos para empoderarnos y revertir dicha situación, lo cual en gran medida depende de cada uno de nosotros y no de los sistemas de salud congestionados, burocratizados y en gran medida aún inmersos en paradigmas XIX y principios del XX, a pesar de que se dispone tecnología de siglo XXI. Nuestra principal tesis es que los avances tecnológicos no han significado avances en la visión de los paradigmas de salud, lo cual genera que, como lo reconoce la OMS, el modelo de salud convencional no está dando respuesta a los principales problemas de salud del mundo contemporáneo. Pero tenemos el poder de cambiar esto.

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