El estado natural es el gozo: Orientaciones para realizar cambios profundos y vivir en salud

 


Hábitos programación y reeducación

Hoy en día con los avances en la la neurociencia entendemos cómo se producen los cambios neurológicos,  hormonales e inclusive genéticos, lo cual es fundamental entender para realizar cambios saludables. Básicamente estos cambios se producen por la relación del individuo con su entorno. Esta relación genera estímulos diversos qué impactan al sistema-organismo el cual está reaccionando de forma fluida para mantener el mayor estado de equilibrio, que como hemos dicho en otros artículos, es conocido en ciencias médicas como homeostasis. Este proceso ocurre todos los días de manera natural; no necesitamos entrenamiento especial ni prácticas tortuosas. 

La humanidad ha llegado a un punto en que en gran medida hay superabundancia y mucho conocimiento, aunque pareciera que no nos hemos dado cuenta. En lo particular, pienso en mi abuelo que vivió más de 100 años. En la mayor parte de su vida no tuvo acceso a la energía eléctrica, a servicios de agua servida, agua potable, internet, ni supermercados, ni hospitales.

Esta misma situación de superabundancia, ha generado nuevos problemas ambientales, nuevas enfermedades y nuevos retos. Parte de lo que acá planteamos es que a pesar de todos los logros humanos, la manera de reaccionar desde un punto de vista psicológico y emocional, siguen siendo las mismas desde hace siglos; por lo tanto el ser humano vive desconectado de la abundancia y la sabiduría de la naturaleza

Diversos autores y científicos consideran que en algún punto del desarrollo de la humanidad se impuso una cultura que rompió el equilibrio natural entre el ser humano y su entorno, desde la exacerbación de los impulsos de agresión, rivalidad y violencia. Pareciera que el desarrollo del pensamiento vinculado a la neocorteza o cerebro racional, también generó que perdiéramos la conexión con la naturaleza que significa confiar en la propia naturaleza como hacen los animales en la vida silvestre, que durante la mayor parte del tiempo, están en equilibrio.

La buena noticia, es que hoy en día estamos comprendiendo la importancia de la confianza, la cooperación y la abundancia, lo que se traduce en la salud como la capacidad del organismo de autosanarse y comprender el poder sanador del pensamiento y las emociones, así como del uso de los recursos naturales disponibles en cada territorio.

 

El secreto está en crear hábitos saludables desde el gozo

Cuando logramos convertir una actividad saludable en hábito, logramos una transformación neurológica y endocrina, modificando los cuerpos mental, emocional y físico. Este proceso no es nada extraordinario,  resulta que ocurre todos los días pero no nos damos cuenta. Lamentablemente en nuestro condicionamiento, esos hábitos aprendidos son poco saludables, nuestras creencias, sistemas de pensamientos, paradigmas, la manera que gestionamos las emociones, la forma en que vivimos, utilizamos el cuerpo y nos alimentamos, están relacionados a las enfermedades y a un mal vivir.

Un ejemplo claro lo tenemos en los constantes estados de miedo y ansiedad con el cual nos han educado, alejándose del estado de confianza de los seres vivos. Los medios de comunicación, las instituciones educativas, políticas, académicas, entre otras, refuerzan y mantienen este estado de estrés. Si estamos en constante estado de miedo y ansiedad, nuestros cuerpos físico, mental y emocional, se van adecuando para vivir en estado de alerta. Los disparadores de hormonas de estrés como el cortisol y la adrenalina se mantienen en actividad; cualquier situación es percibida como una alerta y se liberan estas hormonas que a su vez están vinculadas a patrones de pensamientos que se mantienen y se retroalimentan del entorno social. Esto va generando cambios constantes en el que se construyen conexiones neurológicas que retroalimentan los pensamientos y sistemas de creencias del sufrir, ideas catastrofistas, que generan un estado permanente de ira, de miedo, de depresión, de tristeza, entre otras. Estos pensamientos que generan cambios estructurales del cerebro, van a generar cambios endocrinos generando la predisposición a liberar hormonas de estrés que a su vez generan estados relacionados a las enfermedades.

La buena noticia es que esto lo podemos revertir con los conocimientos que hoy tiene la humanidad, al utilizarlos en un sentido de sanación, es decir, que podemos desarrollar actividades cotidianas desde el goce, que reviertan esta programación neurológica y endocrina que, cambiando el cuerpo mental y el cuerpo emocional, vamos a generar un impacto en el cuerpo físico. Por otra parte, esos cambios endocrinos y emocionales se van a ver potenciados con los cambios de estilo de vida y alimentación. Cuándo realizamos cambios en la manera en que nos alimentamos, realizamos actividades físicas acordes a nuestras condiciones, experimentamos mejoras cognitivas y emocionales; recuerda que no hay separación entre el cuerpo físico, el cuerpo mental y el cuerpo emocional, por lo tanto, no es suficiente con hablar positivamente, decretar afirmaciones de salud, orar, meditar, si eso no viene acompañado de cambios en la forma en que pensamos, sentimos, decimos y actuamos; y en el actuar efectivamente encontramos el manejo del cuerpo (a través del ejercicio físico, la higiene postural, corporal, el descanso adecuado, el contacto con la naturaleza, la adecuada alimentación, entre otros factores). Para profundizar sobre este tema, te recomiendo ver los vídeos las Las bases de la salud según la naturopatíaPodcast: Del estado de sanación Parte 1Podcast: Del estado de sanación Parte IIPensar, decir, sentir y hacer para sanar.

El reto es que desde el gozo, realicemos conscientemente actividades cotidianas que nos permitan generar una reprogramación del cuerpo mental y del cuerpo emocional, al tiempo que modificamos el cuerpo físico. De esta manera, creamos hábitos saludables, transformando nuestras neuronas, nuestras hormonas, nuestros genes, generando salud desde el gozo que es el estado natural de nuestro diseño biológico. Y al repetir estás actividades con la frecuencia, ritmo e intensidad adecuados, generamos hábitos; y los hábitos generan cambios neurológicos hormonales e inclusive genéticos.

  

La idea de la vida como lucha y sufrimiento se ha "normalizado"

Cuando sentimos culpa porque disfrutamos y porque estamos en estado de gozo, en realidad no es algo natural, se trata de un condicionamiento social de la culpa y del sufrir; por el contrario, cuando entendemos que el estado natural de nuestro diseño biológico es el gozo, utilizamos el gozo como indicador subjetivo de sanación; pero para ello hay que liberarse del condicionamiento heredado en el que se concibe la vida como sufrimiento y lucha permanente. Pensar que el estado natural de la vida es el sufrir, es perpetuar la enfermedad y la muerte prematura; idealizar, romantizar y convertir el sufrimiento en valor, no es otra cosa que una deformación antinatural de las culturas del sufrir, del dominio y de la enfermedad. Es así que el principal trabajo que nos queda en lo psicológico y emocional para la sanación, es el de aprender a gozar la vida sin culpas, sin vigilar ni castigar.

El reto pasa también por convertir esas actividades gozosas saludables en hábitos, pero no desde el "debes de" y el "tienes que" que generan lucha y sufrir. El perfecto indicador que nos indican que las actividades saludables que disfrutas se han vuelto un hábito es cuando el cuerpo las pide.

Por ejemplo, cuando empecé a cambiar mi estilo de vida y alimentación, el levantarse temprano dejó de producir sufrimiento y se convirtió en gozo; lo mismo con las actividades deportivas en las mañanas: mi cuerpo ya desea y se levanta automáticamente temprano con mucho ánimo y con deseos de realizar actividades físicas; no hay sufrimiento. El día que no lo deseo, no lo hago y duermo más sin culpas ni autoflagelaciones psicológicas. Y aquellos días en que no realizo dichas actividades físicas aún cuando las necesito, mi cuerpo las exige, casi como cuando exige comer.

Lo propio ocurre con la eliminación intestinal. Antes de realizar los cambios no había conciencia alguna del movimiento intestinal ni su frecuencia. Mientras que cuando comencé a observar y a concienciar su importancia, automáticamente se percibe cualquier desequilibrio en su frecuencia por desajuste alimentarios o por estrés, que no dependen exclusivamente de la propia voluntad, y son percibidos mucho antes de generar un problema de salud severo como inflamación del colon. Entonces, en presencia de esas pequeñas señales, conscientemente utilizo recursos naturales con el fin de regresar al estado de mayor equilibrio.

Esa comunicación entre el cuerpo físico, el cuerpo emocional y el cuerpo mental existen cotidianamente; el problema es que a fuerza de condicionamiento de la cultura, a través de la educación, la familia, los medios de comunicación, entre muchas otras instituciones y mecanismos, perdemos nociones naturales y convertimos las señales en antojos y caprichos poco saludables; incluso, dichas señales son reprimidas desde que somos niños con castigos severos, por lo que el padre del psicoanálisis les llamaba el malestar de la cultura. Un ejemplo cotidiano lo tenemos cuando a horas de la tarde experimentamos una natural baja de azúcar en sangre; aquello es interpretado como un antojo y lo que te provoca son dulces procesados y ultraprocesados muy dañinos. Evidentemente, el cuerpo físico está mandando una señal clara pero el condicionamiento social hace que interpretes la señal con un antojo poco saludable.

La buena noticia es que hoy tenemos todas las herramientas sencillas para reprogramarnos comprendiendo el camino de la naturaleza.

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